El asesor financiero independiente tiene como principales funciones acompañar al cliente en sus decisiones de inversión, ayudarle a conseguir sus objetivos financieros y ofrecerle productos financieros adaptados a su perfil de riesgo. A diferencia del asesor financiero comercial o dependiente, el asesor independiente no cobra comisiones por los productos que comercializa, sino que recibe un sueldo fijo por parte del cliente al que asesora.

Es frecuente que estos profesionales constituyan una Empresa de Asesoramiento Financiero (EAF) o que trabajen dentro del ámbito de organización de una Empresa de Servicios de Inversión (ESI). En ambos casos, la constitución de estos tipos de empresa requerirá autorización de la CNMV, así como el cumplimiento de requisitos adicionales según su tipología (capital social mínimo, adscripción al Fondo de Garantía de Inversiones…).

En todo caso, el asesoramiento en materia de inversión es un servicio de inversión regulado en la normativa de mercado de valores y que prestan las empresas de servicios de inversión. Respecto de las ESIs, cabe destacar que este tipo de compañías ofrecen numerosos servicios de inversión, además de asesoramiento financiero. Entre ellos destacan la recepción y transmisión de órdenes de clientes sobre uno o más instrumentos financieros, la ejecución de órdenes por cuenta de clientes y la gestión discrecional e individualizada de carteras.

De conformidad con lo expuesto, sea una ESI o sea una EAF, la exigencia de la Guía Técnica 4/2017 de la CNMV es la misma: capacitación inicial de 150 horas de formación (acreditada mediante examen) para el personal que asesora y de 80 en el caso del personal que informa y formación continuada de 30 y 20 horas respectivamente.

En conclusión, es esencial asegurarnos de que la persona con la que se contratan este tipo de servicios, o en su caso, la ESI, cumpla con las formalidades correspondientes, pues no sólo estaremos poniendo en sus manos nuestro patrimonio, sino también nuestra seguridad económico-financiera.